Los sueños, sus sueños, sí, esos
que eran como pájaros de tonalidad rosada muy agradable, fueron de repente
perdiendo altura hasta que, ya a tiro de un grupo de crueles y certeros cazadores
que portaban las mejores escopetas existentes en el mercado, empezaron a
disparar contra ellos derribándoles a todos sin excepción. Una vez en el suelo,
que no era un mullido colchón de hierba fresca como en las praderas de las
películas del lejano oeste, sino un barro húmedo y pestilente, fueron
pisoteados por una manada rabiosa y descontrolada de ñúes, cuyas pezuñas iban
rematando a aquellos rosados sueños que habían tenido una segunda oportunidad
después de la perdigonada recibida.
<< Ufff..., vaya pesadilla
¡No sé si debería ir al terapeuta o no volver a quedarme dormido viendo estos
programas de animales!>>
Esos documentales y a esa hora, se supone que son muy educativos, pero pueden generar las imágenes más crueles.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro
Una duda lógica...en estos tiempos. Un abrazo, amigo
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