No encontraba su
lugar. De nunca, esa es la verdad, aunque se engañaba constantemente: trampeaba
a su subconsciente ya que iba de sitio en sitio, siendo sitio un comodín, es
decir, cualquier cosa: pareja, amigos, playas, ciudades, lugares de vacaciones,
consultas médicas…vamos, repito, cualquier cosa en neutro, femenino o
masculino.
Se preguntaba,
en los momentos lúcidos que tenía por desgracia, si sería una equivocación de su
¡última reencarnación! Hasta en eso se
engañaba, ya que sabía antes de hacerse la pregunta, que no creía en la
reencarnación.
…Siguiente
sitio…éste parece bueno.
Hay gente incorregiblemente inquieta. De hecho, todos lo somos un poco.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro
Sin duda,amigo. Un abrazo
EliminarSalud por los desubicados, que a los caminos le hacen falta las andadas.
ResponderEliminarAbrazos.
Así es,Taty. Un abrazo y gracias
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