Y se presentó el
monstruo. Sin avisar. Por detrás, a traición. ¡Como le gusta a él…o a ella! Nada
más sentir su presencia se puso en pie. Sin dudar y sin hablarle. No hubo carne
trémula por el encuentro. Nada de nada. Al enemigo confianzas y debilidades
ninguna. Y le clavó la espada en el pecho, donde no había corazón, claro, que
para eso es un monstruo. Suficiente. Él o ella esperaban lágrimas y desesperación,
pero no semejante tajo. Le atravesó de lado a lado. Y sin dejarle recobrar su
fétido aliento, levantó de nuevo y… ¡Zas! un mandoble certero. Y…siguió
adelante. ¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Te derrotaré. Cabrón o cabrona.
A Rodrigo y su difícil pelea contra el
cáncer ¡Éxito!
Gracias. Un abrazo
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