Érase una vez un paseo, de los que habitualmente realizan
los seres humanos, a veces porque sí, y otras buscando una respuesta. Éste era
del tipo de los segundos. Érase una vez un teatro, donde casualmente terminaba
nuestro paseo. Y allí, dentro, se encontraba ‘el lago de los cisnes’; bueno, también estaba el príncipe, los cisnes,
el malvado mago, la joven reina... Pero el paseo, nuestro protagonista de este pequeño relato, terminaba en el lago,
en el mismo sitio donde el príncipe y el cisne
deciden perecer. (Esto suele ocurrir cuando se buscan respuestas. Es mucho mejor
andar por andar). Fin.
A Rudolph Nureyev
A Rudolph Nureyev
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