Le pareció preciosa desde el primer instante que la vio. Y no sólo eso, sino que además era fuerte, robusta, inmensa y…, de alguna forma, su amiga. Cuando se introdujo en ella, una sensación maravillosa le recorrió la espalda, como si proviniera de una mano agradable, caliente y templada, segura, firme <<Por fin llegó la noche>>. La sensación cálida continuó, hasta que el ruido sordo del bebé inerte lanzado contra el agua y el silencio atronador de la madre, la hicieron desaparecer por completo. La patera continuó su rumbo y…, seguía siendo preciosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario