Fue el mejor regalo de su vida, el más increíble. Eso, exactamente eso es lo que fue: increíble. Tenía el tamaño perfecto, llegó en el momento exacto, y el papel que lo envolvía era precioso, con un colorido anárquico muy parecido a esos inmensos cuadros de
Jackson Pollock que tanto le apasionaban. Además, para colmo, sabía lo que era…, bueno estaba casi seguro de ello. Pero ese “casi”, esa pequeñísima distancia entre la posible verdad y la absoluta seguridad fue suficiente para no iniciar la apertura: prefirió seguir imaginándoselo.
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Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván |
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