Primero fue una aurícula la que se plegó sobre sí misma haciendo desaparecer el mágico hueco. Luego le ocurrió lo mismo a la cavidad adyacente. Y así con todas, hasta la total transformación del volumen en una sólida piedra. El nerviosismo de la sangre iba en aumento, ya que por cada órgano que paseaba era bombardeada a preguntas del tipo <<qué está pasando allí arriba que tienes muy mal color>>. Ella sabía el veredicto pero, para que no cundiera el pánico, respondía con una sonrisa (la misma) a cada una de las cuestiones encontradas, manteniendo el tipo de forma valiente. ¿Qué cómo lo consiguió? Pues utilizando el recuerdo de cuando formaba parte de su composición la felicidad con todas sus cualidades. El silencio no tardó mucho en aparecer.
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