Érase un médico, un
paciente y tres charlatanes. Nuestro médico estaba agotado y además
desmoralizado, ya que cuando salió de la consulta para ir al baño vio de reojo
la cantidad tremenda de pacientes que todavía le quedaban por ver. La consulta
de ese día iba con retraso ya que había tenido que entretenerse con dos
pacientes: un hipertenso rebelde y otro que parecía que lo que le contaba
sonaba a algo peor. Y después de dar
varias vueltas a toda la medicina, de la cardiología a la urología y de ahí a
la dermatología y vuelta a la cardiología, entró el paciente 43. Nuestro médico
estaba agotado, extenuado, y el paciente 43…, se le escapó. Y el paciente 43 llegó
a su casa y se ahorcó en la terraza de la cocina, teniendo como testigos a un
grupo de paños baratos bien doblados. Y mientras daba su último estertor, un
charlatán colgaba la foto de un lazo en Twitter en defensa de no sé qué cura,
otro plantaba un árbol para que retrocediese no sé qué enfermedad y el tercero
hablaba en no sé qué foro sobre una revolución tecnológica que está a punto de
llegar.
Excelente pintura de una naturaleza muerta. Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus amables e inteligentísimas palabras. Un abrazo
EliminarDescribes la realidad de la sanidad pública de forma excepcional.
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristalina. Un abrazo
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