No podía más. Estaba
prácticamente agotado. La liza era “a muerte”.
Deseó con todas sus fuerzas no poseer ningún rasgo humano. Se desesperó,
tembló y volvió a desesperarse. Y…, entró con su cuerpo. Un poco más tarde, eso
sí, ya que su mente le había tomado la delantera y estaba apoyada en la barra.
Miró las botellas como si de un gran planetario se tratara. Todas las
“estrellas” le parecían maravillosas y… ¡estaban tan cerca!
— ¿Qué quería, señor?
— Eh…un vaso de agua, si es tan amable.
— Aquí tiene.
— Gracias ¿Qué le debo?
— Nada, por Dios. Es sólo un vaso de agua.
— No. Es mucho más, caballero.
— Bueno, lo que usted diga, pero no le pienso cobrar nada.
— Muchas gracias. Buenos días.
Salió antes que su mente,
con una sensación horrible y maravillosa.
La tentación está ahí, pero la fuerza de voluntad también. Luchar contra uno mismo y vencer es todo un logro.
ResponderEliminarMuy buen relato, Pedro
Un abrazo