La primera vez que rompió una promesa se sintió muy mal. Le dieron arcadas como esas que le afligen a los policías inexpertos que salen en las películas cuando ven su primer crimen espantoso. La siguiente, también; aunque, a la par que ese negativo sentimiento, aparecieron otras percepciones que amortiguaron en parte dicho malestar. En la tercera la desazón había prácticamente desaparecido, he de añadir. Pero esta ausencia, curiosamente, le rememoraba y amplificaba lo que había destruido con la primera. En la cuarta…No, no hubo cuarta, ese numeral es incompatible con la bioquímica, con la vida. No.
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Ilustración realizada por el pintor Jesús Oliván |
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