Exactamente, como reza el título, así quería nuestro maduro protagonista que fuera pasando la vida: deprisita. Era a la máxima cota de felicidad que había conseguido llegar a base de amigos y psicoanálisis: deprisita. Ahí, ahí justo había logrado detener digamos… la ola. Bueno, tampoco estaba tan mal, podría haber sido peor. Sí, podría haber deseado que no pasase. ¡Qué barbaridad ! ¿Verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario