Y…por fin. Sí, sin más y sin menos. Eclosionó él, lo que llevaba dentro, lo que siempre había sido, lo que encajaba a la perfección con el planeta en el que habitaba. Y una vez estuvo fuera, lo agarró y se lo puso a modo de poncho y empezó a pasearse por el planeta, anteriormente citado, muy chulito. Y empezó. Y…por fin.
Cuadro del pintor Andrés Calderón Sánchez
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