Por fin (ya era hora) se quedó en calzoncillos. Sí, ya, debería haberlo hecho antes, pero que le vamos a hacer. Llegó hasta el borde con el océano atlántico, miró todo lo que le quedaba por cruzar y, sin pensarlo ni una vez, se tiró; y comenzó a nadar, al estilo perrito, que era el único que sabía ¡Vaya escena, un tío en calzoncillos nadando como su abuela! ¿Y? Bueno, todavía sigue nadando, surcando el atlántico hasta dar con su destino. Parece que va en buena dirección. Ya veremos.
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