Todos
los dioses del Olimpo estaban muy preocupados desde hacía algún tiempo.
Sentados, cabizbajos, viendo como su jefe, Zeus, daba vueltas y saltos de forma
compulsiva. Jamás le habían visto así. Era como si él hubiese perdido la
paciencia, algo del todo imposible dada su posición y currículo.
<<Dos horas, dos horas. La distancia…>> exclamaba de forma compulsiva mientras realizaba las extrañas piruetas.
<<No me miréis así ¿No lo entendéis? Pues…, mirad hacia abajo: aquellos dos chiquillos que desde aquí parecen juntos: uno está llorando porque se le ha roto su iphone, y el otro porque su nuevo hermanito ha muerto de hambre, igual que el anterior y el anterior y el anterior…. ¿Comprendéis? Me equivoqué, pensaba que estaban juntos…, y están a dos horas de avión. No le di importancia a ese espacio. No supe verlo desde aquí arriba. Me equivoqué.
<<Dos horas, dos horas. La distancia…>> exclamaba de forma compulsiva mientras realizaba las extrañas piruetas.
<<No me miréis así ¿No lo entendéis? Pues…, mirad hacia abajo: aquellos dos chiquillos que desde aquí parecen juntos: uno está llorando porque se le ha roto su iphone, y el otro porque su nuevo hermanito ha muerto de hambre, igual que el anterior y el anterior y el anterior…. ¿Comprendéis? Me equivoqué, pensaba que estaban juntos…, y están a dos horas de avión. No le di importancia a ese espacio. No supe verlo desde aquí arriba. Me equivoqué.
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