Y la civilización, tal y
como la conocíamos a principios del siglo XXI, se transformó para mal y
desapareció en muy poco tiempo. La causa de dicha extinción no vino, como
seguramente el amable lector habrá adelantado, de las malvadas máquinas que
adquirieron conciencia como aseguraban muchos libros y películas de ciencia
ficción, ni de una terrible y definitiva epidemia como auguraban algunos
científicos pesimistas, ni de la guerra termonuclear tan manida en infinidad
de textos. No; vino del propio ser humano que, sin darse apenas cuenta, hizo
implosionar su propia existencia. ¿Cómo? Pues muy sencillo: todo el mundo dejó
de ser útil. Cada vez existían más “Gestores”, que no eran otra cosa que un
eufemismo de “No tengo ni puta idea de nada”. Según se iba acercando la
inevitable extinción el número de
Gestores fue in crescendo, creando
cada vez más Gestores contra la extinción, Gestores de los gestores contra la
extinción, y Gestores de los gestores de los gestores contra la extinción. Ni
al final, ni en el último instante ese que dicen que toda tu vida pasa en un
segundo, fueron conscientes de la verdadera causa de su aniquilación, y el
último Gestor murió dejando a medias el nombramiento de un Gestor del gestor
del gestor del gestor contra la extinción. FIN.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
jueves, 10 de diciembre de 2020
Nanorrelato Nº 631. Los Gestores
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Ese camino sembrado de vencedores insolidarios lleva a la destrucción. La solidaridad al progreso
ResponderEliminarAsí es. Un abrazo fuerte
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