Estoy muerto. Sí, lo
estoy. No parece lógico ver esas nubes aquí, tan cerca. Pero me duelen las
muñecas y no debería haber dolor donde quiera que esté. ¿Estoy muerto? ¿Seguro
que sí lo estoy? ¿Es lógico que estas nubes, que parecen cirros, y los cirros sólo
se encuentran en la franja comprendida entre los ocho y doce mil metros de
altura, estén tan cerca? ¿Y estos pitidos? Parecen de un hospital. NO, no estoy
muerto. Ahora recuerdo: sólo soy el hombre del tiempo que…, ya no quería ser
“el hombre del tiempo”, y también he fallado, como otras muchas veces, en la predicción que yo creía
más segura.
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