Una pastilla, otra y la
siguiente. Trago de agua final, enérgico, para cerciorarse que ninguna de ellas
se esconde en algún recoveco de la boca, <<porque todo el mundo sabe que
las píldoras no quieren deshacerse, no desean morir, si no ¡qué van a curar! >>
El orden era fundamental, primero la amarilla y después la azul, <<que
sale verde, como los árboles, porque si trago la azul con la roja se pone de un
morado..., y yo ya no quiero más moratones ni dentro ni fuera. ¡Y a ponerme bueno!>>
P.D.: A los que luchan contra
enemigos invisibles y poderosísimos.
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