Y…, todo en la vida tiene un final (lógicamente eso incluye, tarde o temprano, al contenedor más grande, es decir, a la propia vida). Pues bien, una vez ocurrido lo escrito en el anterior paréntesis, se sentó a esperar la siguiente. Bueno, tengo que aclarar que la propiedad de reencarnarse es cierta, por eso se sentó a esperar. Estaba tranquilo ya que, una vez consumada dicha reencarnación, de la anterior no se acordaría de nada. No había sido una buena vida, no. No supo detener a tiempo a su peor amigo. Por ello, estaba ilusionadísimo con la siguiente etapa. Y…, ya no sé nada más. Buen viaje.
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