Miró sus manos buscando una respuesta. Miró una y después la otra. Sabía perfectamente que aquello era importante, que de su resolución dependería el resto de su vida, el resto de su mundo, el resto de su universo…, el resto de todo. En principio, visto desde fuera, parecía un proceso normal: claro, todo el mundo tarde o temprano tiene que afrontar una decisión (la decisión) crucial en su existencia. Todo parecía lógico, repito, salvo porque ella, mejor dicho sus manitas, tenían diez años. Ella no.
Obra del pintor chileno Mauro Olivos |
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