Al levantarse, sintió de nuevo el empujón de la angustia intentando con todas sus fuerzas que retornara a la posición inmóvil, de feto muerto, dentro de la cama. Era como intentar elevar en volandas a dos personas; que digo dos, tres: la de dentro pesaba justo el doble. Así que, lo dicho: uno más dos igual a tres. Y otra vez la física, como madre de todas las ciencias, con toda su lógica otorgó la solución: cayeron a peso en la cama los tres.
Óleo sobre lienzo 41x33 cm |
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