“…A
la entrada le llama a usted ya la atención un pequeño aviso que advierte,
pegado en un poste, que nadie puede entrar en el establecimiento público sino
los viajeros, los mozos que traen sus fardos, los dependientes y las personas
que vienen a despedir o recibir a los viajeros; es decir, que allí sólo puede
entrar todo el mundo...."
La diligencia, 16 de
abril de 1835, Mariano José de Larra
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