Un disparo certero. Justo
en el blanco. Oyó perfectamente como el arpón se hundía en la carne de la
magnífica ballena y el terrible sonido de su vida saliendo, escapándose cual
gas, por el sanguinolento agujero. Su trabajo ya estaba hecho. Ahora comenzaba el
de sus compañeros marineros. Le vino a la mente como esas mismas manos, que
jugaban al póker en los ratos libres, se convertían en servidoras de la
injusticia más acojonante. Llegó a su camarote y se tragó dos tranquilizantes
de golpe, necesitaba acallar los gritos de
su puñetero subconsciente. « ¡Yo no me he inventado este mundo! » se
contestó a modo de bálsamo profiláctico. Pero antes de dormirse, a su
subconsciente le dio tiempo a decirle: Eres
un cobarde…, de mierda. Ha sido tu cobardía la que ha matado a esa ballena. No
has sido capaz ni de hacerlo tú.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
viernes, 18 de septiembre de 2020
Nanorrelato Nº 625. La relevancia de los cobardes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario