Literalmente: se cagó de
miedo. Afeitándose se acordó que su vecino, el que trabajaba en la Universidad,
como trueque a que él cuando era Gerente de un hospital había enchufado a su
hijo en una suplencia de tres meses de verano, en su día le regaló un título de
un máster que la verdad, ni se acordaba en qué era. Poco tiempo duró su miedo
ya que pasó al estadio de pánico al escuchar mientras iba en el coche oficial
el acrónimo T.F.M. Tampoco duró mucho la fase de pánico, porque enseguida
volvió a la realidad y le arropó la tranquilidad « ¡Pero…, si soy el chófer!»
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