Miró a la gata un
instante, nada más. Suficiente. Todavía no, pensó, no es el mejor momento para
salir. El olor a queso que venía de la cocina le empujaba y le hablaba como si
de una alucinación auditiva se tratara « Vamos gallina, que tu premio te está esperando…
¿O es que eres menos que esa gata sarnosa, un cobarde fracasado, vamos?» Miró a
la gata. Ojalá fuese ella, sin problemas de ningún tipo, sólo dormir y cazar
algún ratón de vez en cuando y no yo…, que no sé qué voy a hacer si no me
llaman para ese trabajo…, comer una y otra vez esta mierda de pizza barata que
no hay quien soporte el olor a queso rancio que tiene, pensó. Aún no había
pasado una hora que los vómitos le llevaron a la taza del váter aumentando más
su sensación de desesperación. « Esto es lo que te espera, este es tu espejo,
mírate, fracasado de mierda. No eres importante» La gata devoraba con ahínco el
ratón que sabía que tarde o temprano saldría creyendo que tenía alguna
posibilidad de escapar. Se llamaba “Estrella”. Durmió un rato más, en cuanto la
cisterna dejó de sonar y gracias a que el maldito teléfono se mantuvo en el más
absoluto silencio. « No se puede pedir más de la vida, eres una
triunfadora» añadió su subconsciente
gatuno.
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