Regreso de nuevo al
planeta denominado Tierra, mejor dicho, me obligan a volver a dicho sitio.
Alguien en las altas esferas me la ha vuelto a jugar. Ya me enteraré. Como
siempre realizo la transmisión de datos
al ordenador central. Aquí siguen igual; los mismos muertos, las mismas
injusticias, el mismo odio irracional, en fin, la leche cósmica; no han
cambiado en nada. Bueno, al tajo: Me he hecho invisible para tomar datos en los
alrededores de la zona de aterrizaje y, como ya sabía de antemano por otros
viajes, me quedo de piedra venusiana. Están protestando porque un grupo de
seres humanos cruzan con sus descendientes un mar que llaman Mediterráneo para
que no les corten la cabeza. Sí, ese que en su día dije que denominaban Mare
Nostrum. Bueno, pues el colmo…, uno de los que más protestan tiene
coincidencias genéticas con otro individuo que cruzó la línea montañosa
adyacente después de esa atroz guerra que hubo en la península en la que he
aterrizado el platillo. En fin. Yo no quiero venir aquí. Fin de la transmisión.
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