Cuando entró en la sala de
reuniones su sorpresa fue mayúscula: alrededor de la estructura de noble madera
estaban sentados nueve organismos unicelulares; la plana mayor de la empresa,
vamos. Y en ese instante comprendió la causa de que todos sus proyectos e
iniciativas nunca se habían puesto en marcha, se deshizo el misterio de que los
distintos trabajos le eran devueltos con un cierto olor a laboratorio y su
aislamiento casi hermético en el despacho. Hizo un ruido como el de un
submarino sumergiéndose y tachó un día en el almanaque cuya meta era la fecha
de la jubilación. Fin
Ay, que la tristeza anda por cualquier esquina a veces al lado, en pleno café mañanero, en plena firma de papeles y ni la vemos.
ResponderEliminarHay que cuidarse.
Saludos!
La tristeza ...y la mediocridad, que quizá sumadas ambas dan la injusticia, y vuelve la tristeza. Círculo vicioso, pues. Un saludo y gracias ,Taty.
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