Érase un asesino a sueldo que, en
su día, había sido lo que ahora se denominaría como “fracaso escolar”. Se
dedicaba a ese oficio, que algunos dicen ser que es el segundo más viejo de la
humanidad, desde muy joven, desde que un día afirmó «esto de estudiar es pa otros». Nunca le habían pillado y
aunque eso le reconfortaba jamás bajaba la guardia y por ende era muy cuidadoso
en los trabajos que realizaba. Su contacto para la aceptación de los encargos
era un viejo conocido que regentaba una cochambrosa taberna, que además era
sordomudo. Para avisarle de algún trabajo, el discapacitado tabernero le
llamaba desde un viejo teléfono de baquelita que estaba debajo de la televisión
al lado de un almanaque de 1978 con una mujer en pelotas que tenía entre sus
manos un gatito. Nuestro asesino, cuando aceptaba la llamada y oía el telediario
o cualquier cosa que en ese momento echaban por televisión, ya sabía que tenía
trabajo por hacer. Y así ocurrió, y hasta allí fue, en horario donde él sabía
que nadie les molestaría. Su silencioso colaborador le entregó un sobre que, como
siempre, estaba manchado de sardinas en aceite. Luego, tranquilamente en su
casa, lo abrió y allí estaba la foto del elegido por la de la guadaña y,
escrito por detrás, “hacerlo con Polonio”. « ¡Coño! Esto es nuevo» Encendió el
ordenador que estaba lleno de virus por las numerosas visitas a páginas porno
y, al escribir su incomprensible palabra…”Elemento
químico de número atómico 84, masa atómica 210 y símbolo Po ; es un metal
sólido radiactivo; se encuentra en los minerales que contienen radio y se usa
principalmente como fuente de neutrones y partículas alfa” «¡Joder, química;
ya sabía yo que tarde o temprano dejar los estudios me pasaría factura!»
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