El aislamiento en su
ecosistema fue el pistoletazo de salida para el comienzo de, digamos, su
estrenada etapa. La autosuficiencia era la nueva protagonista en ese incipiente
camino. « No es soledad, no » se repetía machaconamente «Es aislamiento, que no
tiene nada que ver. La soledad te la imponen y aislarse es una decisión libre,
tomada por mi» se contestaba seguidamente a modo de bálsamo de Fierabrás. Y
leía y leía y leía…, una y otra vez, las letras de los cartones que intentaban
cubrir las tres dimensiones de su morada donde su vecino, un cajero automático,
le miraba sin decir ni mu, salvo a veces que hacía ruidos emulando a R2-D2.
Pero sentía rabia y pánico seguidamente cuando no llegaba a ver bien la letra
pequeña, ya que pensaba que esa letruja
era la culpable de todo lo acaecido en su recorrido: La letruja de las condiciones de la hipoteca no pagada, la letruja de aquel seguro que no cubría lo
que debía cubrir, la letruja del
contrato laboral que permitió echarle a la primera…, la letruja de la sentencia de divorcio a la que no prestó atención. «
La puta letruja.»
... y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...
ResponderEliminarUn abrazo a los que se saltan las letrujas. Saludos!
Efectivamente! Otro saludo para ti
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