No sé querer: no tengo ni
la más remota idea. Cuando me enamoro es tal la intensidad que pongo en ello,
que dicho maremoto acaba por destruir la pareja. ¡Qué daño me ha hecho leer
tanta poesía! Debería de guardar algo, algo de pasión quizá. La verdad es que
me desespero porque sufro innecesariamente sabiendo de antemano la solución,
que es lo gordo del tema. Prometo una y otra vez que voy a ser más
conservadora, que voy a pensar un poco más en esa relación estable que tanto
añoro y menos en mí…, pero nada, siempre meto la pata…, la pata frontal para
ser más exacta. Si es que soy una mantis
religiosa sin solución. ¡Otro que me como! Y mis ojos compuestos, de nuevo,
llenos de lágrimas ¡Qué desesperación!
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