Un día, de pura casualidad,
nuestro protagonista se enteró de que el frigorífico también se puede limpiar,
mejor dicho: se debe; que la limpieza pirolítica era sólo cosa del horno y que
por muy próximos que estuviesen en su exigua cocina, nunca se podría dar tal colaboración;
así que se puso manos a la obra y… debajo de una hoja de lechuga estaba él.
Recordó con exactitud el día que lo compró. Le encontró más delgado y con un
amarillo menos potente. Normal, había estado encerrado en el zulo de las verduras desde…el principio.
Al cogerlo le miró, se miraron: la injusticia y la incomprensión llenaron el
blanquecino habitáculo. << ¿Por qué? ¿Por qué me compraste y me
abandonaste como si fuera un elemento inanimado sin sentimientos?>>,
creyó oír nuestro valiente limpiador. Aunque enseguida desechó tal reproche ya
que el bisonte pintado en la amarillenta piel de nuestro olvidado cítrico le
hizo comprender que sería imposible que hablase en castellano por lo novedoso
del idioma, vamos. Pero algo tendría que decirle, no iba a quedar como un ordinario de
tres al cuarto. Así que…<<Rosa, rosae>> le dijo en bajito
intentando romper el hielo. << ¿Por qué? ¿Por qué no fuiste capaz de
apaciguar tu impulso consumista y me dejaste tranquilo en aquella impersonal
cesta del Centro Comercial?>> le respondió en un latín casi castellano.
Así que, muerto de vergüenza se preparó un gin
tonic, a las nueve de la mañana, intentando paliar la injusticia cometida. Y
la lección aprendida le sirvió de mucho el resto de su vida: fue mejor persona
desde ese encuentro, ya que entendió que como reza el dicho “ningún enemigo es
pequeño”, a nadie se le debe ignorar por
no ser enemigo. Que no sólo hay que “hacer caso” a los malos. Feliz
Navidad. FIN.
Hasta el más pequeño de los seres u objetos merece algún tipo de atención y puede enriquecernos, incluso aunque se muestre algo ácido; quien sabe, hay veces que nos llevamos buenas sorpresas, quien menos nos suponemos puede estar insuflado de una vida propia y ser tan sabio que hasta hable latín. Nadie merece el abandono total en un rincón frío. Todo el mundo merece que se escuche su voz.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro. Tu relato es original, lo que voy a decir ahora no tanto, pero de todas formas: felices fiestas
Muchas gracias, Angel. Feliz Navidad para ti y los tuyos
EliminarMuchas gracias, Angel. Feliz Navidad para ti y los tuyos
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