Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


martes, 20 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 192. Vivida

Al salir por la puerta, cuando todavía estaba próximo a ella, notó como el reproche musitado al otro lado atravesaba la mirilla y se alojaba en su espalda cual certera saeta. Sabía, porque no era tonto, que era el final, ¡y de los peores! que son aquellos en los que no existe ni tan siquiera la leve anestesia de un simple aspaviento. El tiempo que tardó en alcanzar el portal fue más que suficiente para recordar toda la vida vivida. Sí, toda.
Óleo sobre lienzo 60x40

jueves, 15 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 191. Su intuición

Las distintas pastillas se le escurrían de los dedos con la misma facilidad que los reproches hacían piruetas por sus cansadas circunvoluciones cerebrales. Los colorines de las píldoras se mezclaban como si su ojo izquierdo, el único que mantenía abierto cuando llegaba la hora de tomarlas, fuera un caleidoscopio. Nunca se había fiado de su intuición, de hecho la había tenido por inútil a lo largo de su existencia. Pero ahora no le quedaba más remedio que hacerla caso, ya que era absolutamente incapaz de leer el nombre comercial en la caja. Al final…, sirvió para algo.

martes, 13 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 190. Todos

Todo el pueblo salió al unísono a la calle con la misma expresión de asombro. Durante largo rato, con las miradas y las manos medio extraviadas, se fueron preguntando (y tocando)  unos a otros el porqué, aunque tengo que apuntar que nadie fue capaz de despejar dicha incógnita. Bueno…, la verdad es que TODOS sabían muy bien la causa, pero era tal la vergüenza que producía la desesperación que sentían, que ninguno se atrevía a decir nada, ni tan siquiera a uno mismo: la campana ya nunca más les hablaría. Que desgracia.
Obra del pintor chileno Mauro Olivos

viernes, 9 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 189. Quizá

Mirar a su barca era como mirar a su vida, y a la de su padre, y a la de su abuelo y…, a la de su hijo. Quizá por la profundidad temporal de esa mirada, llevaba horas sentada en ella, sintiéndola respirar, acariciando su piel. Quizá por ello su primogénito preguntaba insistentemente << ¿Por qué no nos movemos padre? >> Quizá sintió el fracaso. A lo mejor no se atrevía a levar el ancla. Quizá no quería llevar a su amado hijo a ese lugar…, ni a su querida barca. Quizá.
Obra del pintor chileno Mauro Olivos

miércoles, 7 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 188. Sus manitas

Miró sus manos buscando una respuesta. Miró una y después la otra. Sabía perfectamente que aquello era importante, que de su resolución dependería el resto de su vida, el resto de su mundo, el resto de su universo…, el resto de todo. En principio, visto desde fuera, parecía un proceso normal: claro, todo el mundo tarde o temprano tiene que afrontar una decisión (la decisión) crucial en su existencia. Todo parecía lógico, repito, salvo porque ella, mejor dicho sus manitas, tenían diez años. Ella no.
Obra del pintor chileno Mauro Olivos

lunes, 5 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 187. Contranatural

    Mamá, tengo hambre
    Ssssh, no me interrumpas hija.
    Pero…, es que tengo hambre.
    Ya, ya. Tienes que esperar.
    ¿Por qué mamá?
    Porque sí. No lo entenderías, es cosa de mayores.
    Pero es que me duele la tripa.
    YA CÁLLATE. He apostado toda la leche. Estoy de racha. Va a salir mi número bonito, el día en el que tú naciste.
    ¿Y si no sale, mamá?
Cuadro del pintor chileno Mauro Olivos

domingo, 4 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 186. Objetivo

Aunque se negaba a asumirlo, tenía perfectamente claro el objetivo de escribir en un papel cómo era él. Claro, no fue instantáneo ya que el miedo, la angustia, la cobardía paralizaron un buen rato los músculos necesarios para que se diese la escritura. Pasado ese ratito, con trazos temblorosos, comenzó a decorar la hoja. Pero curiosamente no aparecieron características personales de ningún tipo. No. Sólo había un nombre escrito en una esquinita, en pequeño, aunque marcado con tanta fuerza que el papel había sido atravesado. El sonido seco del disparo confirmó fehacientemente el objetivo.
Acrílico sobre lienzo 65 x 46 cm

sábado, 3 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 185. Lo sabe todo

Vengo a por una solución. Vengo a por…, una solución. Llevo mucho tiempo desesperado. Usted lo sabe. Sí, yo sé que usted lo sabe. Necesito YA esa repuesta. El tiempo se agota. Sí, ya sé que perdí el tiempo y el mundo echó a andar, y mi mundo echó a andar, mejor dicho. Que la felicidad hay que buscarla. Mi situación es desesperada, pero eso no hace falta que se lo cuente, porque usted lo sabe todo.
    ¿Te has fijado en el que vino ayer de madrugada?
    Cual ¿el suicida? ¿al que le salvaron in extremis?
    Bueno, le salvaron es mucho decir. Creo que es muy probable que se quede así para siempre. Estuvo mucho tiempo respirando monóxido. Pero lo que te quería decir, es que parece como si quisiera hablar. Si te fijas, parece que está suplicando.
    Anda, vete a descansar que llevas mucho tiempo de guardia.
Acrílico sobre lienzo 41 x 33

viernes, 2 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 184. Tres

Al levantarse, sintió de nuevo el empujón de la angustia intentando con todas sus fuerzas que retornara a la posición inmóvil, de feto muerto, dentro de la cama. Era como intentar elevar en volandas a dos personas; que digo dos, tres: la de dentro pesaba justo el doble. Así que, lo dicho: uno más dos igual a tres. Y otra vez la física, como madre de todas las ciencias, con toda su lógica otorgó la solución: cayeron a peso en la cama los tres.
Óleo sobre lienzo 41x33 cm

jueves, 1 de marzo de 2012

Nanorrelato nº 183. El peor amigo:él

Y…, todo en la vida tiene un final (lógicamente eso incluye, tarde o temprano, al contenedor más grande, es decir, a la propia vida). Pues bien, una vez ocurrido lo escrito en el anterior paréntesis, se sentó a esperar la siguiente. Bueno, tengo que aclarar que la propiedad de reencarnarse es cierta, por eso se sentó a esperar. Estaba tranquilo ya que, una vez consumada dicha reencarnación, de la anterior no se acordaría de nada. No había sido una buena vida, no. No supo detener a tiempo a su peor amigo. Por ello, estaba ilusionadísimo con la siguiente etapa. Y…, ya no sé nada más. Buen viaje.