Muchas veces le miraban. A él le daba igual. Lo importante era su
objetivo. Desde hacía algún tiempo su comportamiento parecía extraído del
cuento de la cigarra y la hormiga, siendo la hormiga, más o menos. Se preparaba
constantemente para los acontecimientos terribles que le podía enviar la vida. Así
que cuando daba un paseo por el jardín tardaba horas en terminarlo, ya que, por
ejemplo, si una flor le llamaba poderosamente la atención, se quedaba horas parado
en ese instante hasta que lo memorizaba para siempre, es decir, para tenerlo
disponible cuando la vida le enviase algo malo. Tenía muchos recuerdos buenos
bien memorizados durante muchas primaveras «¡Que venga, que venga el invierno
si quiere!» Por eso las personas se le quedaban mirando, y hasta hacían gestos circulares
con el dedo índice. Así que los celadores del psiquiátrico eran compasivos con
él y le dejaban más tiempo que a nadie en el jardín, mientras llamaban la
atención a aquellos de los dedos circulares.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
domingo, 21 de agosto de 2022
Nanorrelato Nº669. La hormiga
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