Érase la última hectárea de monte sin quemar. El año lo pasó
regulín ya que no tenía, desde que las otras hectáreas adyacentes se
achicharraron, alguien con quién charlar y, si se diese el caso, pues intimar ¡Por
qué no! Al llegar el verano alguien la pegó fuego, sin motivo o sí…, quizá porque
era la última, y lo raro ya sabemos que “tira para atrás”. Cuando estaba agonizando
vio entre la humareda grandes excavadoras y carteles de una promoción de pisos
maravillosa, que prometía vistas a un paraje incomparable junto a una vida muy
feliz. «¡Cómo iba yo a competir frente a un cartel!»
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
jueves, 18 de agosto de 2022
Nanorrelato Nº668. La última hectárea
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