Pues
efectivamente: salimos mejores. Los detractores de la vacunación ganaron más y
más adeptos, ya que ser “antivacunas” se convirtió en un ideal, en un
sentimiento, y ya se sabe que contra eso la ciencia no tiene nada que hacer, y
si no que se lo pregunten a Galileo. La gente empezó a no utilizar
preservativos en sus relaciones de riesgo, porque el virus HIV realmente era un
chip, no tan moderno como el chip llamado COVID-19, pero un chip al fin y al
cabo. Se puso de moda tener en todos los sitios charcos de agua estancada para que
el maravilloso mosquito Anopheles criara a su familia sin estrés…; huelga
explicar lo que ocurrió. Además, para más inri, no había médicos en los
hospitales, ya que todos se fueron a La Palma a estudiar el efecto de los gases
del volcán, y los médicos de La Palma se volvieron a Madrid, pero no a
trabajar sino a tomar cañas, que “donde
fueres haz lo que vieres, miniño”,
decían y con razón. Hasta que sólo quedó un ser humano, que se despertó de un
coma y al ver a todo el mundo muerto pues le entró la duda, razonable, de no
quitarse nunca la mascarilla en lo que le quedase de tiempo consciente. FIN
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
jueves, 11 de noviembre de 2021
Nanorrelato Nº643. Distopía
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