Era muy consciente de la hazaña realizada.
Pero no estaba orgulloso, ni pletórico, no: sólo aturdido, como cegado por una
luz muy poderosa. Había comenzado a sonreír, a comer mirando al plato viéndolo,
a leer….,a recordar sin miedo, vamos. Atrás quedaban las pastillas multicolores,
las lágrimas excesivamente saladas, las babas espesas, la losa de granito que
todas las mañanas se le subía encima justo cuando decidía levantarse de la
cama, la vergüenza de las marcas en las muñecas. Sí, atrás quedaba todo. “Un gran paso para un hombre y un…
grandísimo paso para la humanidad”.
Todos los éxitos dejan atrás eso que llaman daños colaterales.
ResponderEliminarMe gustó, si señor.
Un abrazo.
HD
Gracias Humberto. Otro abrazo
EliminarLos logros son muy visibles, pero sólo quienes los consiguen saben lo que hay detrás de ellos.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro