Empezó a desear no escribir más,
ya que de su bolígrafo sólo salían cosas muy feas. Lo intentaba una y otra vez,
pero como si de una persistente halitosis se tratase, que por más que se lava
uno los dientes no consigue eliminar el fetor indeseable, sólo palabras
horribles, malolientes, muy dañinas,
eran vertidas hacia el papel. Así que…se quedó inmóvil. Sí:
inmóvil. ¿Y… para qué? (preguntaría cualquiera) Pues para dejar de
escribir…cosas feas (creo, aunque tampoco estoy seguro porque no me lo ha
dicho). No, perdón, también comenzó a beber. ¿Qué…para qué? Pues supongo que
para lo mismo: para dejar de escribir cosas feas. Y allí le tenéis, parado y
ebrio. Pero volverá a escribir...cosas feas. Seguro. Es escritor, no le queda otra.
A Bukowski.
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