Subió y bajó las más altas
cordilleras existenciales. Buceó hasta tocar fondo en la mayoría de las fosas
abisales que la vida le fue presentando amablemente,
para luego subir a la luminosa superficie. Comió los mejores manjares y vomitó
los alimentos más execrables que esa misma vida (que he nombrado un poco más
arriba) le iba sirviendo, a su ritmo, en su plato. Y llegó el final…ese
momento. Y en pleno clímax, no quiso recordar ni destacar nada. No. No le
interesó: ni lo bueno, ni lo malo.
De nuevo, a Bukowski.
No hay comentarios:
Publicar un comentario