La prenda de la vergüenza, bien
forrada de culpabilidad, le estaba muy
grande. Llevaba ya algún tiempo incómodo con una talla que no era la suya, que
no era soportable. No estaba muy seguro si es que él había adelgazado en
extremo o que dicha ropa se había
dado de sí. El caso, pensó, es que ya es tarde para explicaciones… y comenzó a
descoserla con el afilado cuchillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario