No era, por hacer un efímero resumen, ni alto ni bajo, ni valiente ni cobarde, menos malo que bueno, y un poco más guapo que feo. Pero a pesar de la absoluta certeza de todo lo anterior y, tener una carrera de la vida aparentemente normal, aceptable, de siempre, pero de toda la vida, había algo que jamás de los jamases conseguía normalizar y que de una vez por todas se estuviese quieto en la estantería que debería estar.
<<Hijo mío, cuando vayas a esa entrevista de trabajo, que no noten que eres raro>>
Ese…, raro.
Gracias Mariela. Tu blog es muy bueno
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