El silencio era un pasajero más en aquel trayecto (a mi lado). Pero he de aclarar, que no era causa de la tristeza, o de malestar alguno. No. Era simplemente consecuencia de no haber nada de que hablar. El viaje no fue ni largo ni corto, como la correcta despedida de una carta. Sabía que al llegar al destino, sabía perfectamente, sabía de antemano que la frase sería pronunciada. Eso sí que me preocupaba, bueno, la frase no: la respuesta que tendría que entregar.
— Aquí vas a estar de maravilla papá. Mira que paisajes.
— Ya lo sé, cielo. Ese no es el problema.
— Y… ¿cuál es?
— Tú. El problema, mi problema, es cómo vas a estar tú.
Óleo sobre lienzo 61x46. Realizado por Pedro Carrasco Garijo
No hay comentarios:
Publicar un comentario