Habían pasado apenas quince días y, aquella sensación de frescor existencial en la que se zambulló al engullir la última uva, que parecía poseer la cualidad de ser eterna, desapareció. << ¡Qué pronto!>> exclamó nuestro amigo, sorprendiéndose de lo efímero del asunto. << ¿Y ahora?>> encadenó inevitablemente a la primera exclamación. << ¿Y ahora?>> volvió a rebotar en su desilusionado cráneo. Antes de que por tercera vez apareciera la execrable pregunta, temiendo que cualquier mente, ni fuerte ni débil, pudiese aguantar de pie mucho más, fue corriendo al mercado a comprar más uvas. Pero… habían cerrado, para siempre. << ¿Y…, ahora?>>
Óleo realizado por Pedro Carrasco Garijo
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