Se desplomó. No, no me refiero
a que se cayese al suelo o cosas de ese estilo. Se desplomó de desplomarse, de
plomo en su cabeza y en su corazón, de peso, de carga inaguantable, pero que
tengo que resistir, y no sé si voy a ser capaz. Otra vez, otra vez, cómo es
posible, se decía repetitivamente viendo la pinta de la curva, de la maldita
gráfica. Otra vez, otra vez el aire del respirador chocando contra la guadaña.
Otra vez esa mirada perdida ante la desesperación. Otra vez el hielo sembrado
de cadáveres que no les había llegado la hora, que les faltaban muchos besos y
partidas de julepe. Otra vez el terror. Otra vez esa aleación entre gritos y
silencio, ese oxímoron inexplicable salvo para quien ha estado ahí. Otra vez
sin dormir a pierna suelta. Otra vez que no sé qué voy a llevar a mi casa, a
los que amo, esos que me miran con admiración nada más llegar mientras me
desnudo casi antes de entrar. Pero si estaba todo muy claro…solo había que
hacer caso a los libros. Aplausos…., otra vez. Otra vez.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
jueves, 20 de agosto de 2020
Nanorrelato Nº 617. Coronavirus y otra vez.
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Otra vez el agradecimiento eterno a los que estáis en primera línea. Aplaudir es poco.
ResponderEliminarUn abrazo y mucho ánimo, Pedro