Y la solución vino de las plantas. Sí, así fue, ya que los
incompetentes (convencidos de casualidad, ¡que la suerte siempre es
definitiva!), jugaron durante una semana a convertirse en geranios. Entonces,
se dio el milagro. Por un lado: los bloques, los barrios, las regiones, los
países, los continentes, los sistemas solares, las galaxias, los cúmulos de
galaxias y hasta los agujeros negros, y por el otro: los individuos, los
órganos, las células, los componentes celulares, las moléculas, los átomos, los
electrones, neutrones y protones y los quarks, volvieron a su estado normal,
con sus lógicos problemas, pero los de siempre. Fin. Todo se arregló. Otra vez,
fin.
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