Érase una mujer abandonada
por la poesía. Estaba desesperada ya que, a pesar de intentarlo una y otra vez,
esos versos que hasta hacía poquísimo tiempo aparecían sin esfuerzo, no
conseguía que brotaran en su cabeza y,
en cambio, lo que aterrizaba con suma facilidad eran datos y gráficas. Se
concentraba lo mejor que podía imaginando escenas de amor, de desamor, paisajes
maravillosos…pero nada: logaritmos neperianos sin sentido se generaban en su
bóveda craneal. Cerró los ojos lo más fuerte que pudo intentando a la
desesperada las ansiadas estrofas…pero unos aplausos y unos gritos de
¡Presidenta! ¡Presidenta! la hicieron salir del buscado trance << ¡No me acordaba
de las elecciones de mañana! ¡Ya… no soy la misma! >>
Donde quedará esa mujer que escribía hermosos poemas, puede que sea irrecuperable. La primera en sentirlo será ella misma, sin duda.
ResponderEliminarBuen relato, Pedro.
Te mando un abrazo de verano
Gracias, amigo mío. Buen verano
Eliminarme encantas
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias!!!!
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