Nunca había
salido del pueblo. No le había hecho falta, ya que las necesidades surgidas en
las distintas facetas que se fue encontrando a lo largo de su vida, se fueron
solventando con los productos locales. No, no le había hecho falta. Ahora,
empapado en sudor bajo el arco de detección de metales sin comprender muy bien
porqué le trataban como a esos maleantes de las películas, a pesar de haberse
quitado la boina en señal de respeto antes de hablar con el guardia, pensaba en
cómo sería esa vida a la que tenía
que acudir para cuidar de su nieta, que le saludaba sonriente desde el otro
lado << ¡Ojalá estuviese aquí mi Francisca! Ella sí que sabía qué hacer
con los problemas modernos>>
El mundo avanza más deprisa de lo que parece, a velocidad vertiginosa para las personas que permanecen ancladas a un tiempo.
ResponderEliminarGracias por compartirlo y un abrazo fuerte, Pedro
El espejo donde nos vemos y el calendario que pasa otra hoja. Somos viajeros sin maletas.
ResponderEliminarAgradable leerte,
Gracias Alonso. Un saludo
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