Érase un planeta
en el que todo el mundo llevaba el pelo al cero. Generación tras generación, el
raparse la cabeza habitualmente era una constante jamás cuestionada. Daba igual
si en las distintas naciones había monarquías o repúblicas, dictaduras o
democracias o cualquier otra forma de gobierno imaginable: todo el mundo se
cortaba el pelo. Un día, un poblador de ese planeta, faltó a su cita con el
peluquero. Aquello fue tremendo y se hizo viral por las redes. La persona que
hizo eso fue entrevistada de inmediato y, estando todo el planeta expectante,
respondió: se me olvidó, como estoy enamorado, pues me despisté pensando en
otras cosas. Aquella persona tuvo la mala suerte de estar en un país donde
existía la pena de muerte y, por ello, fue ejecutada de inmediato. Aunque tengo
que añadir que, las democracias que sabían de la dura sentencia antes de
ejecutarse, tampoco protestaron enérgicamente. Bueno… ni enérgica ni débilmente
ni…nada. Fin.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
miércoles, 25 de mayo de 2016
viernes, 20 de mayo de 2016
Nanorrelato nº 441. Y se fue
Y uno de los dos, por no sé que
misterioso mecanismo bioquímico, mutó. Y se quedaron mirando como dos extraños.
Miento, miraba sólo uno, el otro tenía la mirada puesta en otro sitio. Y donde
antes había blanco, ahora no había nada. ¡Si tan siquiera hubiese negro habían
tenido algo que discutir! Pero… el que no había cambiado analizó lo que
ocurría, y se dio cuenta de que no todo era tan material, que no se había
producido ninguna transformación celular, no: simplemente, al otro, se le había
escapado el alma. Así que… se fue. Fin. (El otro siguió con la mirada perdida)
viernes, 6 de mayo de 2016
Nanorrelato nº 440. El abuelo de la 306
Miraba las fotos
una y otra vez. Estaba seguro que era él, pero no conseguía ni por atisbo recordar lo
que pensaba en ese momento, en ninguno de los momentos, en ninguna de las
instantáneas. Ni la playa, ni la montaña, ni tan siquiera esa nube de algodón dulce que asía con fuerza, le proporcionaban la más mínima pista. Cada vez las pasaba
más y más rápido por el nerviosismo que le producía la carencia de recuerdos.
Una y otra, una y otra…y: nada de nada. Vacío.
<< ¿Qué le
pasa al señor de la 306, que está tan nervioso? >>
<< Pues por
las fotos. Parece que se agarra a esos instantes…, pero curiosamente, por lo que le he medio entendido, cree que él es el niño que
sale a su lado, que debe de ser su hijo ¡Ya podría venir a verle más veces, por cierto! >>
P.D. A los que se les van escapando sus recuerdos....
P.D. A los que se les van escapando sus recuerdos....
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