Antes sólo era un espacio, un lugar normal y corriente, un sitio donde poder sentarse, leer, dormir, llorar, reír…, y tantas y tantas cosas que, sin pensar mucho, se pueden realizar en una dimensión como a la que me estoy refiriendo. Pero un día, concretamente una tarde, dicho volumen fue ocupado por alguien, una personita que, de todas las cosas que acabo de relatar, hizo la que era más importante para ella: jugar. Y aquel lugar evolucionó instantáneamente a la categoría de feliz. Y…, para siempre.
Cuadro realizado por el pintor Andrés Calderón Sánchez
Me gustan sus historias, bien contadas y con mucha sensibilidad. A primer ojo, parecen sencillas pero todas encierran una buena reflexión. Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Garla.
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