La
expectación en la sala era enorme ya que se iba a juzgar a los responsables de
los campos de exterminio. El mundo, y sobre todo el país de donde eran dichos individuos estaban pendientes de dicho acontecimiento. En unos minutos apareció el
juez en la sala, y con voz grave acorde al acontecimiento que allí se iba a
desarrollar, dijo:
«Pónganse en pie los pillos»
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