Estaba solo. Le
dejaron aparcado todos, sus amigos y
enemigos, sus conocidos y desconocidos, sus amantes y esposas, sus hijos e
hijas; vamos: todos. Miró en derredor buscando la paz de la nada. Sonrió. Y por
primera vez fue libre, y el olor de la gasolinera, o del geriátrico, o del
pisito sito en la cuarta planta sin ascensor, o de la impersonal habitación del
hospital, o del sillón esquinado en el cuarto de estar, le parecieron la
fragancia más maravillosa. Y prometió
echar a andar. Y comenzó su vida. Suerte abuelo, o perro, o gato, o quien seas.
Suerte.
¿Por qué es que querer estar solos es tan mal visto?
ResponderEliminarBravo por el abuelo, perro o gato o quien sea.
Saludos.
Gracias! Un saludo
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