Los tribunales
de justicia fueron sustituidos por programas televisivos de reality show, ya que quién mejor que el
pueblo, con el uso de todos sus grados de libertad, para impartir justicia.
“Somos liberales y estamos a favor de la libertad extrema”, decían los
gobernantes de turno cuando terminaba el juicio,
como colofón publicitario. Los exámenes, en las escuelas primero y en las
facultades después, cambiaron radicalmente, consiguiendo las mejores
puntuaciones aquellos que contestaban lo que les daba la gana, y dentro de este
grupo los excelentes eran los que además respondían con una mentira como, por resaltar
dos ejemplos de matrículas de honor, que la diabetes no cursa con un aumento
del azúcar en sangre o que las epidemias no se controlan con el confinamiento de
las personas. Y la mal llamada “nueva normalidad” siguió su curso, digo mal
llamada porque ya hace mucho tiempo que alguien dejó reflejado en un libro muy
antiguo las consecuencias de adorar al becerro de oro. Así que, de nueva nada.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
domingo, 7 de febrero de 2021
Nanorrelato Nº 636. La normalidad avisada
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